Lecciones de Salvación

¿De qué se trata la salvación?
La siguiente serie de estudios bíblicos fue diseñada para presentar el Evangelio. Estos enfatizan el plan de salvación cristiano.
Prefacio
JV Maurer Sr Revisado 12.21.23
Traducido por Denny Salgado
Esta serie comienza de manera muy básica, introduciendo la necesidad de la salvación del hombre. Luego avanza con bastante rapidez hacia mostrar la gran salvación que Jesús nos proporcionó, incluso dando ejemplos bíblicos de ella en el libro de los Hechos.
Una persona que esté considerando este estudio bíblico podría preguntarse: “¿Cómo puedo beneficiarme de la Biblia?” Uno puede beneficiarse de la Biblia tanto en este mundo como en el próximo.
Respecto a la vida presente, la Biblia contiene el mayor estímulo que se puede encontrar en cualquier lugar. Ofrece esperanza en situaciones difíciles. Revela a un Dios que “no está lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27) y que es “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1). Proporciona principios para una vida buena y productiva (principios que pueden aplicarse a los individuos, la familia, el trabajo, la sociedad, las situaciones monetarias) y, de hecho, a todos los aspectos de la vida práctica. Y, por supuesto, lo más importante es que la Biblia nos afecta espiritualmente. Nos ofrece la salvación a través del Evangelio (Buenas Nuevas) de Jesucristo.
Dios puso en nuestra naturaleza, no sólo una cierta conciencia de nuestra mortalidad en relación con nuestra vida en la tierra, sino también un sentido de un mundo o vida más allá de nuestra existencia aquí. La Biblia aborda esas realidades y nos da certeza respecto de las cosas futuras y eternas. Pero aun más importante, nos brinda el conocimiento necesario para prepararnos para la vida después de la muerte. Éste es sin duda alguna el mayor beneficio de este gran Libro. Ese será el enfoque de esta breve serie bíblica. Si puede ver, o puede sentirse animado a ver, que la salvación es lo más importante que puede alcanzar un ser humano, esta serie de lecciones es para usted porque se propone mostrar claramente el plan de salvación de Dios para la raza humana.
Como se mostrará en la tercera lección, la necesidad de salvación surge de la malvada interferencia de nuestro archienemigo (el diablo) con la raza humana. El engañó a nuestros padres originales para que desobedecieran a Dios e hicieran que nuestra raza cayera en pecado y condenación. El esperaba con este acto que toda nuestra raza se perdiera eternamente en el infierno, un lugar de castigo eterno (Mateo 25:46). Pero Jesús murió en la cruz para salvarnos y ahora hay un plan de salvación que debemos obedecer, que involucra Su Nombre, para que podamos levantarnos de la caída y ser eternamente salvos. Esta salvación es el único remedio al acto siniestro del diablo. Por esta razón, debemos tener mucho cuidado en todo lo referente a la salvación. Este estudio bíblico presentará vigorosamente la verdad y le ayudará a comprenderla.
Si llega a este estudio con una creencia diferente con respecto a la salvación a la que se presenta, nuestra oración es que considere el desafío examinar las escrituras y lo que estas presentan (Proverbios 18:17). Tal examen fortalecerá un correcto punto de vista bíblico y expondrá todo error. Muchos, incluyéndome a mí, hemos llegado al conocimiento de la verdad sólo después de estar dispuestos a escuchar un punto de vista diferente de lo que originalmente abrazamos. La Biblia da a sus lectores la importante advertencia de examinarnos (2 Corintios 13:5).
Como puede ver, hay demasiado en juego en el asunto de la salvación eterna como para cometer el más mínimo error. Veamos el asunto desde un punto de vista positivo y negativo. Negativamente, la eternidad es demasiado larga para equivocarse. Positivamente, la ganancia de tener una relación correcta con Dios, el gozo de conocerlo personalmente y estar con Él para siempre nos motiva a querer seguirlo con todo nuestro corazón. De hecho, es el gozo supremo del cristiano.
Que Dios te bendiga mientras estudias Su palabra.
Lección 1
La Singularidad de la Biblia
© 2016 por James V. Maurer, Sr.
Para mas información, escribe a: [email protected]
Revisado 12.20.23
Traducido por Denny Salgado
Nota: Las citas de las Escrituras son de la versión Reina Valera 1960 de la Biblia a menos que se indique lo contrario. Están en negrita con diferente letra a la del cuerpo de este texto en lugar de estar entre comillas.
La Biblia es la Palabra de Dios para Nosotros
La Biblia es un libro muy especial porque es la Palabra de Dios para la raza humana. Es la única expresión escrita inspirada por Dios que tenemos. La Biblia es el medio principal por el cual Dios ha elegido revelarse a nosotros y hacernos saber cómo vivir y estar en buena relación con Él. Además, la Biblia está tan repleta de conocimiento que aborda prácticamente todos los aspectos de la vida, proporcionando una fuente confiable de ayuda para navegar en este mundo incierto y, a veces, difícil.
Eso es realmente algo asombroso. Poder conocer a Dios es el mayor privilegio del hombre (Jeremías 9:23-24). Hay otras maneras en que Dios puede revelarse, por ejemplo, a través de la naturaleza (Salmo 19:1). Pero nada es tan claro como el blanco y negro de Su Palabra. Es muy bueno de parte de Dios darnos una fuente de verdad tan confiable y abundante, que se relaciona con tantas cosas de la vida, aun las mas intimas. Confía en la Biblia porque nunca le decepcionará (Proverbios 3:5-6). Atrévase a aprenderla, incluso si parece un poco difícil al principio, le emocionará cuando al abrir sus ojos le brinde una perspectiva maravillosa de su vida y del mundo en el que vive. Al principio, puede parecer como mirar en una caja abierta de piezas de un rompecabezas, pero se sorprenderá de lo rápido que las piezas se juntan y presentan una hermosa imagen de la gracia de Dios hacia la humanidad, y específicamente hacia usted y sus seres queridos.
En Cuanto al Autoría
Cualquiera que se tomara el tiempo para aprender cómo llegó a nosotros la Biblia sabría que no es el resultado del hombre sino la obra de Dios mismo. De hecho, eso también resultará obvio a medida que se familiarice con su profundo contenido. Por tanto, estudiar la Biblia es saber que Dios la inspiró. 2 Timoteo 3:16 dice: Toda la Escritura es inspirada por Dios. Eso significa que Dios fue el autor. Él dirigió a los hombres que usó para escribirlo con qué decir. 2 Pedro 1:21 dice que quienes escribieron la Biblia fueron guiados por el Espíritu Santo. Entonces la Biblia es la Palabra de Dios dada a través de instrumentos humanos. Jesús corroboró el hecho de que las Escrituras son la Palabra de Dios para nosotros cuando citó un versículo del Antiguo Testamento que dice: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4).
La Relevancia De las Escrituras
Es razonable que Dios, después de crear criaturas inteligentes, se comunique con ellas. Lo hace mediante la Biblia. No es un libro obsoleto que no se relaciona con la gente de hoy. Pero, en cambio, tiene significado para las personas en todos los lugares y en todas las épocas. Es fenomenal lo universalmente relevante que es. Es el único libro que puede relacionarse con cada persona en la tierra porque es literalmente la carta eterna de Dios a la raza humana, no sólo colectivamente sino personalmente. Aquellos que elijan creerla y vivir según ella tendrán cierta solidez y crecimiento en sus vidas. La Biblia realmente garantiza esto (Salmo 1). Ha cambiado la vida de muchos millones de personas, no sólo en la historia sino también en la actualidad.
Los seres humanos son una creación única de Dios. Somos las únicas criaturas en la tierra que tenemos conciencia de nosotros mismos. Podemos examinar las cosas que nos rodean e incluso a nosotros mismos. Esta cualidad especial de la racionalidad nos lleva a considerar las cuestiones filosóficas obvias que surgen en relación con nuestro ser.
¿Por qué existe el Universo?
¿Por qué existo?
¿Qué será de mí después de esta vida?
La Biblia responde estas profundas preguntas, no con especulaciones, sino con la afirmación de Aquel que creó todo. Es una bondad de Dios darnos tales respuestas con respecto a nuestro ser. La vida para nosotros sería un enigma sin esta certeza.
El Poder de la Escritura
Nada afectará su vida tanto como las Escrituras. Hay literalmente energía divina en la Palabra de Dios. Esto es evidente en el relato mismo de la Creación. Sólo por Su Palabra, Dios creó el universo entero de la nada (Salmo 33:6,9; Hebreos 11:3). Eso demuestra el poder que hay en la Palabra de Dios. De manera similar, cuando obedecemos Su Palabra, su energía edifica nuestras vidas (Hechos 20:32). Considere el siguiente escenario: fue la desobediencia a la Palabra de Dios por parte de Adán y Eva lo que trajo todos los problemas y quebrantamiento a nuestro mundo y a nuestras vidas individuales. Cuando se desobedeció la Palabra de Dios, la energía que contenía, destinada a edificar a la raza humana, provocó en cambio desintegración. En otras palabras, el poder que Dios había invertido en Su Palabra a Adán para bendecir y edificar a la raza humana (Génesis 2:17) se convirtió en un poder para destruirnos cuando se desobedeció el mandato. Este hecho le quedó claro a Adán antes de su desobediencia. Dios le había dicho que el mandamiento contenía la consecuencia de vida o muerte.
Eso debería ayudarnos a que nos demos cuenta de lo importante que es ahora aprender y obedecer la preciosa Palabra de Dios. Fue el vínculo de Adán y Eva con la vida y la bienaventuranza; es nuestro vínculo también. La obediencia a ella nos levantará de la Caída y le dará a nuestras vidas una vitalidad que es como un árbol plantado junto a corrientes de agua (Salmo 1).
Aprecio por las Escrituras
Note cuán preciosa era la Palabra de Dios para David en Salmo 19:7-9. Y, en el versículo 10, dijo que las palabras y la ley de Dios son más preciosas que el oro y más dulces que la miel. En el versículo 11, dijo que son el medio por el cual se advierte a la gente y, al guardarlos, ¡hay gran galardón! Muchos han descubierto que esto es cierto. David dijo muchas otras grandes cosas sobre la Palabra de Dios en Salmo 119. Es el capítulo más largo de la Biblia y enfatiza la grandeza de la Palabra de Dios.
Espero que aproveche este cofre del tesoro de promesas, esperanza, gozo y salvación que está disponible a través de la Palabra de Dios. Nada le ayudará tanto en la vida como la Biblia. Literalmente ha cambiado la historia. ¡Puede cambiar la suya también!
Lección 2
La Creación
© 2016 by James V. Maurer, Sr.
Para mas información , por favor escribe: [email protected]
Revisado 02.03.24
Traducido por Denny Salgado
Nota: Las citas de las Escrituras son de la versión Reina Valera 1960 de la Biblia a menos que se indique lo contrario. Están en negrita con una fuente diferente a la del cuerpo de este texto en lugar de estar entre comillas.
El significado de la creación
Un aspecto muy importante de la Biblia es el registro de la Creación en Génesis 1. Esto tiene al menos tres propósitos. El objetivo principal es informarnos de nuestro origen. El hombre es un ser inteligente y, por tanto, querría saber su origen y el sentido de la vida. La Biblia responde a esta pregunta tan básica. Nos permite saber que nuestra existencia está arraigada en Dios. Él creó todas las cosas, incluidos nosotros, al preguntarnos cómo surgió todo o por qué estamos aquí podemos encontrar respuesta en Dios lo cual da a nuestras vidas el mayor significado. No somos un accidente, sino que somos creados personalmente por un Dios personal. Eso significa que Él nos hizo porque nos quería. Este hecho nos dignifica mucho a todos. La Biblia incluso nos deja saber que Él nos hizo a Su propia imagen, otra alta dignidad (Génesis 1:26-27). Por eso debemos estar felices y agradecidos por la bondad de Dios que nos dio un ser tan noble. Nadie debería jamás sentirse insignificante o sin importancia, porque cada uno de nosotros fue creado únicamente por Dios.
Todos somos especiales para Él. Ninguna persona es mejor que otra. Cada uno de nosotros es importante para Dios. Recuerda siempre que la creación de un ser humano es algo muy importante. ¡Y Dios te creó! ¡No hay nadie que le importe más que tú! ¡No hay nadie a quien Él quiera salvar más que a ti!
El segundo propósito por el que la Biblia nos informa acerca de la Creación es para asegurarnos que Dios, habiendo hecho todas las cosas, está, por lo tanto, sobre todas las cosas. Eso significa que todas las cosas están bajo Su autoridad y sujetas a Él. Por tanto, debemos ser obedientes a Aquel que nos hizo. Se lo debemos a Él. Como bien dijo alguien: “Quien crea tiene derecho a gobernar”.
Pero la Creación también tiene este aspecto maravilloso. Dado que Dios nos asegura que Él creó todas las cosas y, por lo tanto, está sobre todas las cosas, también sabemos por esto que Él puede hacer todas las cosas. Y, por eso, cada vez que lo necesitamos, sabemos que Él puede satisfacer esa necesidad. Nada será demasiado difícil para Él ya que Él hizo todo. Un buen ejemplo de esto está en Génesis 18. Dios prometió un hijo a Abraham y Sara. Cuando recibieron esa promesa, eran viejos: 75 y 65 años respectivamente. Pasaron muchos años sin su cumplimiento; de hecho, 25 años. Luego, un año antes del tiempo señalado, Dios les dijo que tendrían un hijo el año siguiente. Pero Abraham y Sara ya eran extremadamente ancianos. Abraham tendría 100 años al nacer el niño y Sara, 90 (Génesis 17:17). Cuando Sara escuchó las palabras de Dios, se rió, pensando que era imposible. Y cuando Sara se rió (ver capítulo 18:11-14), Dios dijo: ¿hay para Dios alguna cosa difícil?
Hizo esa pregunta para hacerles saber que su edad no obstaculizaba su promesa. Debido a que Él hizo todo, Él está sobre todas las cosas y puede hacer cualquier cosa. Él trajo los mundos a la existencia, ¡de la nada! Él puede controlarlos como quiera. Entonces, cada vez que necesitamos algo que parece imposible, no tenemos que pensar que es imposible para Dios. ¡NO LO ES! Puede hacer todas las cosas, incluso cosas fuera del rango normal de la naturaleza. Eso es lo que hemos llegado a conocer como milagros. Dios puede trabajar fuera de las leyes de la naturaleza, si eso es lo necesario, para satisfacer nuestras necesidades. Efesios 3:20 incluso dice que Él es capaz de hacer más de lo que podemos pedir o entender. Nunca estarás en una situación que Dios no pueda manejar fácilmente.
El relato de La Creación (Génesis 1)
Miremos Génesis 1 y observemos lo que está sucediendo allí. Como verá, los diversos días de la creación, comenzando con Hágase la luz, el día uno, fueron todos en preparación para la aparición del hombre en la Tierra. Había centralidad humana en el proceso de creación. Cada día de la creación logró algo necesario o útil para nuestra existencia aquí; por ejemplo, las plantas y los animales, que han sido nuestra fuente de alimento (Génesis 1:29-30). Así, en el proceso creativo de seis días, Dios estaba haciendo la Tierra adecuada para la humanidad. El hombre fue el último acto de creación de Dios y fue la razón por la que se crearon todas las demás cosas. De hecho, Dios le ha dado a la humanidad dominio sobre todas esas cosas, lo cual es una concesión para usarlas como queramos (Génesis 1:28). Desde entonces, el hombre ha ejercido libremente el dominio que Dios le ha otorgado, construyendo puentes y caminos, por ejemplo, y utilizando los recursos de la Tierra de manera que sirvan a la humanidad. De este orden de creación, vemos que el hombre fue el acto culminante de Dios, indicando el lugar especial que tenemos a los ojos de Dios.
La Creación del Hombre (Génesis 2)
Cuando llegamos a la creación del hombre, registrada en Génesis 2, es muy notable que el modo de creación de Dios fue dramáticamente diferente de Sus actos anteriores. Cuando Dios creó las cosas en Génesis 1, simplemente habló para que existieran. Notarás lo repetido, Y Dios dijo,…, y así fue, en ese capítulo refiriéndose a lo que Él hizo en un día creativo determinado. Pero, cuando Dios creó al hombre, no simplemente lo hizo existir mediante Su poder, aunque pudo haberlo hecho. Hizo algo mucho más personal y tierno. Génesis 2:7 dice: Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y el fuel el hombre un ser viviente. Esto es mucho más íntimo. Es como si, después de formar al hombre del polvo de la tierra, Dios lo acariciara y lo besara con vida. Literalmente impartió vida al hombre con Su propio aliento. Así, el amor que Dios tiene por la humanidad se hace evidente en esta forma tan especial en que lo creó. El hombre es especial para Dios. Esa verdad también es evidente en el hecho de que Dios nos hizo a Su imagen, como se dijo anteriormente. Y todo lo que se puede decir del hombre en general, como hemos hecho aquí, también se puede decir de nosotros como individuos. Cada uno de nosotros ha sido creado por Dios a Su imagen y para Su gloria. Y Él ama profundamente a cada uno de nosotros. Ese hecho nunca debería dejar de alegrarnos.
La Creación de Mujer
La forma en que Dios hizo a Eva, la esposa de Adán, también es muy especial (Génesis 2:21-23). Hizo que Adán cayera en un sueño profundo y luego le quitó una costilla del costado. De esa costilla Dios hizo a Eva y la trajo a Adán, instituyendo así el matrimonio y la familia. La costilla que se tomó del cuerpo de Adán originalmente estaba cerca de su corazón, lo que sugiere el amor que Dios quería que tuviera por Eva.
Dios puso a Adán y Eva en medio de un hermoso jardín, conocido como el Jardín del Edén. Edén en realidad significa “agradable”, lo que indica la perspectiva amorosa del Creador hacia la humanidad. Allí podrían participar de la belleza y la abundancia de la providencia de Dios en total bienaventuranza. Esta vida para la raza humana era tal como Dios quería que fuera.
Siendo Hecho a la Imagen de Dios
Uno puede preguntarse qué significa ser hecho a imagen de Dios. En primer lugar, significa que la forma humana que tenemos es a imagen de Dios, en el sentido de que tenemos la misma clase de cuerpo que Jesucristo mismo poseyó. Dios, previendo su encarnación, hizo a Adán según el modelo que tenía en su mente en relación con Cristo. Ese punto teológico se deriva de Colosenses 1:15. Por lo tanto, como descendientes de Adán, todos somos hechos a imagen de Dios.
Pero también hay al menos otras cinco maneras en que estamos hechos a imagen de Dios. Estos son:
- Capacidad de pensamiento racional
- Capacidad moral
- Capacidad creativa
- capacidad de amar
- Capacidad trascendente evidenciada por nuestra capacidad de adorar. Así reconocemos la realidad más allá de nuestra esfera de existencia. Esto es como Dios porque Dios, por supuesto, conoce toda la realidad.
Conclusión
La creación es una poderosa expresión del amor y la voluntad divina. Cada uno de nosotros puede encontrar consuelo y significado en el hecho de que Dios personalmente nos quiso y nos creó. De hecho, la Biblia nos deja saber que este propósito de Dios ha existido desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4; 3:11). Eso significa literalmente que nunca hubo un momento en el que no estuviéramos en el corazón y la mente de Dios. ¡Siempre fue Su plan hacernos! Ese tremendo hecho por sí solo debería impactarnos a todos enormemente. Nada en la tierra puede cambiar eso. Y ahora, en Él, tenemos nuestro ser (Hechos 17:28). ¿Puedes pensar en algo sobre ti que sea más profundo? Nunca debería haber motivo para la desesperación cuando Dios es tan demostrativo a favor de nosotros. Como dijo el apóstol Pablo: Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8:31).
Lección 3
La Caída del Hombre
© 2016 por James V. Maurer, Sr.
Para mas información , por favor escribe a: [email protected]
Revisado 2.11.24
Traducido por Denny Salgado
Nota: Las citas de las Escrituras son de la versión Reina Valera 1960 de la Biblia a menos que se indique lo contrario. Están en negrita con una fuente diferente a la del cuerpo de este texto en lugar de estar entre comillas.
Esta lección está basada en Génesis, capítulo tres.
Como hemos visto en la lección anterior, la Creación fue un drama hermoso. Adán y Eva fueron el acto culminante de todo y Dios los colocó en un ambiente encantador llamado el Jardín del Edén. Dentro de ese paraíso, existía un mandamiento muy importante concerniente a uno de los árboles del jardín (Génesis 2:16-17). En el versículo 16, Dios le dijo a Adán que podía comer de todos los diversos árboles del Jardín, y seguramente eran muchos. Dios es abundante en Su dar. Él nos da mucho más de lo que retiene. Adán tenía más de lo que necesitaba en esta gran provisión de Dios. Pero en el versículo 17, Dios prohibió tomar el fruto de cierto árbol, diciendo que, si comía de él, seguramente moriría. Si Adán hubiera obedecido el mandato de Dios, nunca habría muerto. Y tampoco moriríamos nosotros que hemos nacido de él.
Libre Albedrío
Alguien podría preguntar: “¿Por qué se les prohibió algo a Adán y Eva? ¿Por qué Dios puso un árbol en el Jardín del cual les estaba prohibido comer? La respuesta es simple. El mandamiento respecto al árbol era necesario para que el hombre fuera un verdadero agente moral libre. El libre albedrío sólo puede ser real en el ámbito de la elección. Dios no estaría contento con que la raza humana fuera robots que solo le servirían porque no había alternativa, por eso creó nuestra raza con el libre ejercicio de la voluntad humana. Mediante esa libertad, el hombre sería responsable de su posición personal ante Dios. Por su obediencia, permanecería bien con Dios y, por su desobediencia, caería de la gloria de Dios y sería separado de Él. Es muy importante darnos cuenta de que Dios aceptará nuestras decisiones. Nos dio libre albedrío para su ejercicio. Y Él nunca violará nuestra libertad de elegir, incluso si eso resulta en una gran pérdida personal o social. El libre albedrío es el don más grande y serio que poseemos. Usarlo responsablemente es nuestra principal obligación.
Relación correcta original con Dios
En relación con el libre albedrío, hay algo muy positivo que decir acerca de la intención de Dios de que la humanidad esté en comunión consigo mismo. Creó a Adán en una relación correcta consigo mismo. Adán no tuvo que ser salvo para estar en buena posición ante Dios. Fue creado de esa manera. Todo lo que tenía que hacer para permanecer en buena posición ante Dios era guardar el único y simple mandamiento que Dios le había dado. Eso debería haber sido muy fácil de hacer ya que tenía abundantes opciones entre los otros árboles. No había necesidad de desobedecer. Si hubiera sido sabio, Adán habría ejercido su libre albedrío en obediencia en lugar de desobediencia.
Adán y Eva decidieron desobedecer
Pero, por supuesto, dado que a Adán se le dio libre albedrío, en el potencial de su elección reside la posibilidad de que desobedeciera. Lamentablemente, como lees en Génesis 3, él desobedeció. Esto se llama la Caída. Hubo un tentador, el diablo, que engañó a nuestros primeros padres, afirmando que la muerte no resultaría de comer el fruto prohibido, sino que comerlo mejoraría la condición humana, convirtiéndolos en dioses (algunas traducciones dicen, como Dios). Creyeron la mentira del diablo en lugar de la palabra de Dios. Eso fue lo peor que Adán y Eva pudieron haber hecho, tanto para ellos como para todos nosotros. Ese pecado trajo todo el mal, la miseria, la enfermedad, la muerte, la guerra, el hambre, etc., que ha sobrevenido a la raza humana desde entonces. Peor que eso, esa desobediencia condenó a toda la raza humana. El apóstol Pablo lo describió de esta manera. Por tanto, como por la transgresión [pecado] de uno, vino juicio a todos los hombres para condenación… (Romanos 5:18). Básicamente, eso significa que, desde el pecado de Adán, toda persona se encuentra en un estado naturalmente condenado y necesita ser reconciliada con Dios.
Ahora necesitamos ser salvos
Como el pecado de Adán y Eva condenó a la raza humana, como explicó Pablo, literalmente nos puso en una relación inversa con Dios. Eso significa que, a diferencia de Adán, quien fue creado en buena posición ante Dios y tuvo que desobedecer a Dios para perder esa posición, nosotros nacemos pecadores y condenados y ahora debemos obedecer el plan de salvación de Dios para poder ser restaurados en buena posición ante Él. La salvación en Cristo es el remedio de Dios para salvarnos de los terribles efectos de la Caída. Es nuestra única esperanza. Es lógico que, si Adán y Eva perdieron con Dios por desobedecer la Palabra de Dios, entonces debemos guardar lo que Dios prescribe para nuestra salvación para poder ser salvos y, así, recuperarnos de la Caída. Aquellos que obedecen el plan de salvación de Dios vivirán con Él para siempre. ¡Ese es un pensamiento maravilloso y una esperanza asombrosa! Sin ser salvo, el hombre estará perdido y condenado al infierno para siempre. Por lo tanto, la salvación es lo más importante que una persona jamás hará. De esto se trata la Biblia: salvar a quienes creen en su mensaje. Nos muestra fielmente el camino para ser salvos.
Conclusión
Sin el relato de la caída del hombre en Génesis 3, la raza humana estaría tremendamente perdida para entender por qué el mal está tan presente en nuestro mundo y en nuestra naturaleza. Todo el sufrimiento, la enfermedad, la miseria y la muerte que nos ha sobrevenido se debe a la desobediencia de Adán y Eva. Todos sus hijos hasta el presente han heredado una naturaleza pecaminosa. Pero la siguiente lección se centra en la intervención de Dios que introduce la esperanza de salvación.
Lección 4
La Promesa De Salvarnos: Génesis 3:15
© 2016 por James V. Maurer, Sr.
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Revisado 2/25/2024
Nota: Las citas de las Escrituras son de la versión Reina Valera 1960 de la Biblia a menos que se indique lo contrario. Están en negrita con una fuente diferente a la del cuerpo de este texto en lugar de estar entre comillas.
Traducido por Denny Salgado
Vimos en la segunda Lección que Dios hizo todas las cosas. Y sacamos varias conclusiones de eso. Por ejemplo, entendemos el significado de nuestra existencia. Los mundos fueron hechos por Él al igual que nosotros. Él está sobre todas las cosas y, por lo tanto, puede ayudarnos cuando lo necesitemos. Y también estamos sujetos a Él y somos responsables ante Él. Vimos dónde Dios hizo a Adán y Eva, nuestros primeros padres (Génesis 2). Luego les dio una orden sencilla de obedecer (v.17) para que el hombre pudiera verdaderamente poseer y ejercer el libre albedrío. La desobediencia de Adán y Eva es lo que llamamos la Caída. Fue el punto de partida de la corrupción del hombre. Y como somos descendientes biológicos suyos, hemos heredado su naturaleza corrupta. Eso explica todo el mal en la humanidad.
La caída del hombre fue un momento terrible en nuestra historia. ¿Se preguntaron Adán y Eva qué pasaría después? Dios podría haberse deshecho de ellos y desechar todo el proyecto humano. ¿Sabes lo que eso habría significado? Tú y yo nunca hubiéramos sido. Todas las alegrías de la vida que hemos conocido y toda la esperanza que tenemos en el futuro, tanto en esta vida como en la próxima, no hubieran sido posibles. Otra posibilidad podría haber sido que Dios hubiera permitido que la existencia humana continuara pero en un estado terrible de desesperanza condenada al fracaso. Pero, gracias a Dios, Él no eligió estas opciones para nosotros. Eligió el tercero: la redención. Esto se ve en Génesis 3:15, donde se declaró por primera vez la redención. Veámoslo.
Génesis 3:15
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
En este importante versículo, Dios prometió enviar un Redentor para rescatar a la raza humana. Esta es una gran Escritura y un punto fundamental en la historia para comprender y recordar. Así es como la Biblia tiene sentido porque el resto de la Biblia es el cumplimiento de esta gran promesa. Toda la redención que ves en el Nuevo Testamento es el resultado de ello. Todo lo que tenemos en Dios, o que alguna vez tendremos, se debe a él. La Caída fue una mala noticia para la humanidad. Pero Génesis 3:15 fue el comienzo de la Buena Nueva del Evangelio. A veces se le llama el protoevangelión, es decir, la “primera buena noticia”. Aquí Dios prometió enviar la “descendencia (descendencia) de la mujer”. Esa referencia a la descendencia de Eva es la primera indicación de la venida de Cristo para destruir las obras del diablo (herirle la cabeza). A partir de este momento comenzó la historia de la redención. Los tratos futuros de Dios con la humanidad serían salvarnos y traernos de regreso a Él. Este es un punto muy importante, que hace de Génesis 3:15 uno de los versículos más importantes de la Biblia.
A medida que pasó el tiempo, las profecías del Salvador prometido se volvieron más numerosas y específicas. Por ejemplo, la profecía de Isaías 9:6 se recuerda de manera muy destacada en la época navideña. Habla del Niño que nacería. Miqueas 5:2 fue una profecía que predijo que el lugar del nacimiento de Cristo sería el pequeño pueblo de Belén. Otras profecías también predijeron la misión de Cristo. Por ejemplo, Isaías 53 predijo el rechazo y la muerte de Cristo en la cruz. El Antiguo Testamento tiene muchas profecías acerca de Cristo, razón por la cual usted lee acerca de los escritores del Nuevo Testamento, especialmente Mateo, refiriéndose con tanta frecuencia al cumplimiento de las cosas que fueron escritas. Los escritores del Nuevo Testamento nos aseguraban que la profecía del Antiguo Testamento acerca del Mesías Prometido (ungido de Dios) de hecho se cumplió en Jesucristo. Jesús es el cumplimiento de Génesis 3:15. Él es la descendencia de Eva que vino a redimirnos.
Lección 5
Entre La Promesa Y El Cumplimiento De Cristo
© 2016 por James V. Maurer, Sr.
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Revisado 2/25/2024
Nota: Las citas de las Escrituras son de la versión Reina Valera 1960 de la Biblia a menos que se indique lo contrario. Están en negrita con una fuente diferente a la del cuerpo de este texto en lugar de estar entre comillas.
Traducido por denny Salgado
Los judios
Una parte importante del cumplimiento de la promesa del Redentor en Génesis 3:15 es el llamado de Abraham, que eventualmente resultó en la existencia de la nación judía. La razón por la que los judíos son tan importantes es porque eran el pueblo a través del cual Cristo vendría. En otras palabras, la simiente de la mujer de la que se habla en Génesis 3:15 vendría a través de uno de los descendientes de Abraham en la historia. Esto, como sabemos, tuvo lugar en Belén hace unos 2.000 años a través de una virgen llamada María.
El llamado de Dios a Abraham para dejar su entorno familiar e ir a una tierra que Dios le mostraría está registrado en Génesis 12. La Biblia continúa enfocándose en él en este contexto específico hasta Génesis 23. Así se convirtió en el padre de los judíos. Fue un tremendo acto de fe por parte de Abraham dejar lo que le era familiar y seguir un llamado bastante confuso. Ni siquiera estaba seguro de hacia dónde lo estaba guiando Dios. Eso es fe. Quizás no estés seguro de hacia dónde va todo esto mientras te embarcas en un viaje para conocer a Jesús. Estoy seguro de que no; Ninguno de nosotros lo hizo al empezar. ¡Eso es fe! Y seguimos caminando por fe, no por vista (2 Corintios 5:7). Eso es lo que nos convierte en personas de fe. Entonces, ¡felicidades! ¡Cada uno de ustedes tenga fe! Nosotros que tenemos tal fe estamos siguiendo la Palabra de Dios como lo hizo Abraham. Una vez más, fue el primero en seguir el llamado de Dios de dejar lo familiar para ir a un nuevo reino. Muchos desde entonces han hecho lo mismo. Es parte de la razón por la que a veces se llama a Abraham el padre de los fieles, en referencia a esa multitud de personas que han seguido su ejemplo para responder al llamado de Dios.
En este sentido, Abraham se convirtió en el primero de los “llamados”. Nosotros, en la era del Evangelio, somos “llamados” en un sentido muy real. Somos llamados por Dios a conocerlo y servirlo. Todo el proceso de salvación es por el llamado de Dios a nosotros individualmente. Refiriéndose a esto, el apóstol Pedro dijo que somos llamados de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9). La palabra para “iglesia” en el griego original en el que fue escrito el Nuevo Testamento es “ekklesia”. Significa “los llamados”. El Evangelio es, por tanto, un llamado a la vida de uno a venir a Cristo para salvación y continuar caminando en Su gran luz. Entonces uno se convierte en parte de Su Iglesia de los llamados. El destino final de nosotros que respondemos al llamado de Cristo es el Cielo, a veces llamado en la Biblia, la Ciudad Santa (Apocalipsis 21:2). Allá iremos algún día como premio por seguir el llamado que ahora se nos presenta. Será un evento glorioso cuando veremos a Jesucristo cara a cara y viviremos con Él para siempre (Juan 14:1-3; 1 Tesalonicenses 4:16-18).
Dios finalmente le mostró a Abraham la parte del mundo que heredarían sus descendientes. Dios también le dijo que primero serían extranjeros en tierra extranjera (Génesis 15:13).
La intrigante historia de José
El José al que nos referimos aquí no es el José en el que pensamos tan fácilmente en la historia de Navidad. En este punto de la historia de la redención, José todavía está 2.000 años en el futuro. El José de nuestra historia actual era bisnieto de Abraham. Creía en el Dios de Abraham de todo corazón y aparentemente aprendió de la fe de Abraham porque era una persona de fe firme en Dios. La narrativa principal de la vida de José se encuentra en Génesis capítulos 37 y 39-46. Sería bueno leer esta porción de las Escrituras.
José es uno de los personajes más ilustres de la Biblia. Se habla de el de manera bastante extensa, especialmente desde sus 17 hasta sus 39 años. Es un excelente ejemplo de fe en Dios y una persona de gran integridad. La Biblia no barniza sus caracteres; los presenta de manera muy objetiva. Al cubrir personalidades, la Biblia incluirá tanto lo bueno como lo malo de su naturaleza, si corresponde a la narrativa involucrada. José, por supuesto, no era perfecto, pero en las Escrituras se le considera uno de los mejores personajes.
José tenía un tremendo papel que desempeñar en el plan redentor de Dios. No era la voluntad de Dios que los descendientes de Abraham se multiplicaran en la tierra que eventualmente heredarían, conocida como la tierra de Canaán. En cambio, el plan de Dios involucró a los judíos, sólo alrededor de 70 en ese momento, que descendieron a la tierra de Egipto y allí se multiplicaron en varios millones antes de que Dios los sacara para ir a la tierra prometida a Abraham. El papel de José era liderar el grupo de descendientes de Abraham a Egipto. Esto, sin embargo, no le fue expresado así por Dios. José sólo percibió vagamente una asignación especial de Dios por un par de sueños en los que sus hermanos se inclinaban ante él (Génesis 37). Anteriormente habían tenido celos de él debido al favoritismo de su padre hacia él (versículos 3,4), por lo que tampoco les gustaban los sueños de José.
José es otro ejemplo de cómo Dios nos llama a caminar por fe, no por vista (2 Corintios 5:7). Así como no le dijo a Abraham todas las características del llamado a seguir, Dios no le dijo a José todo lo que sucedería. Eso equivaldría a vista, no a fe. Le dio a José suficiente información sobre el papel especial que debía desempeñar para que él pudiera captar y aferrarse por fe. Hubo malentendidos y desalientos y lo que parecían contratiempos en el camino, pero en cada situación problemática, dice la Biblia, el Señor estaba con José (Génesis 39:2,21). Mientras caminamos por fe, Dios también está con nosotros. Esa es una gran seguridad.
¿Por qué Dios elige hacer las cosas como las hace, es decir, sin revelar todo a lo largo del camino? ¡Imagínense cuánto más fácil habría sido eso para José! Creo que la respuesta es porque Él nos ha llamado a un ámbito de fe en el que creemos en Él y dependemos de Él. Incluso cuando no podemos ver cómo van a resultar las cosas, todavía confiamos en Dios. ¡Eso es fe! Recuerde en la lección dos que señalamos que Dios nos ha mostrado que puede hacer todas las cosas al crear el universo. Por tanto, Él es totalmente digno de confianza. Su poder es omnipotente. Su conocimiento es infinito. Y Él es bueno y se preocupa por nosotros. Recuerde que Él nos quiso y planeó para nosotros incluso desde la eternidad pasada. Entonces, en el ámbito de la fe, Él nos da la oportunidad de mejorar enormemente al confiar en Él. Si Dios le hubiera dicho previamente a José todo lo que iba a suceder, no habría habido fe. No habría traído ningún honor a José por creer en Dios en una situación difícil, ni a Dios por recibir la confianza de alguien que lo considera fiel en una situación difícil. La fe es muy importante para Dios porque la fe lo honra.
Lo considera verdadero y fiel. La fe es tan importante que la Biblia dice que sin fe es imposible agradarle: porque el que se acerca a Dios debe creer que él existe, y que es galardonador de los que le buscan (Hebreos 11:6). Dios ama y es honrado por nuestra fe en Él.
Mire lo que José llegó a ser: ¡primer ministro de Egipto! (Génesis 41) ¡Y resucitó hasta ese punto desde estar en prisión! Eso es porque confió en Dios y esperó que Dios cumpliera Su promesa. ¡¡Dios tiene el control de nuestras vidas si nos sometemos a Él!! Y José es respetado por todos nosotros hoy, no porque Dios lo mimó como lo hizo su padre, Jacob, sino porque, cuando José no podía entender lo que estaba pasando en su vida, fue fiel, hizo lo mejor que pudo y creyó. Dios por el resultado. Una buena lección de la vida de José es hacer lo mejor que puedas y creerle a Dios en cualquier situación en la que te encuentres. Cuando él era esclavo, era el mejor esclavo que podía ser. Cuando estuvo prisionero, fue el mejor prisionero que pudo ser. A los ojos de Dios, esos eran requisitos para que él también fuera el mejor primer ministro.
Salomón, quien fue el hombre mortal más sabio de todos los tiempos (1 Reyes 3:12), nos dio las siguientes palabras de sabiduría muy valiosas. Confía en el Señor con todo tu corazón; y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas (Proverbios 3:5-6).
Descenso de los judíos a Egipto
Gracias a José, la pequeña tribu judía, o podríamos decir, la naciente nación judía, se salvó de la hambruna al descender a Egipto, donde ocuparon lo mejor de la tierra, conocida como Goshen. Los judíos continuaron creciendo en número y durante los siguientes 400 años se convirtieron en una nación poderosa. El capítulo uno de Éxodo registra esta expansión de su población.
Moisés (Éxodo 3,4)
Después de que los hijos de Israel se convirtieron en una nación mientras estaban en Egipto, llegó el momento de dar otro paso significativo de progreso en el plan redentor de Dios. Y, como habrás notado, cuando Dios hace algo, usa a las personas. Esta vez Moisés tuvo un gran papel que desempeñar. Moisés fue uno de los hombres más importantes de todos los tiempos. Personalmente creo que fue la figura más grande del Antiguo Testamento. Dios lo usó para cambiar la historia de los judíos y del mundo. Lo sorprendente también es que esto no empezó a suceder hasta los ochenta años. Dios se deleita en usar instrumentos débiles. Tiende a mostrar que la obra realmente se le debe a Él.
El Éxodo (Éxodo 5-14)
Los egipcios se volvieron opresivos para los judíos, por lo que Dios envió a Moisés para liberarlos sacándolos de Egipto. Por supuesto, Faraón, el rey de Egipto, no estaba dispuesto a liberarlos. Los judíos eran sus fabricantes de ladrillos. Dios tuvo que tratar duramente a Faraón enviándole las diez plagas. Finalmente, el faraón cedió y los judíos abandonaron Egipto. La partida de los judíos estuvo acompañada de mucho drama y se conoce en la Biblia como el Éxodo. Fue el milagro más grande del Antiguo Testamento.
El Desierto
Después del Éxodo, los judíos viajaron al desierto hacia la tierra prometida de Canaán. Su experiencia allí sólo debería haber durado dos años pero, en cambio, acabó durando cuarenta. Les faltó fe para confiar en Dios para la victoria cuando escucharon el informe de los hombres que exploraron la tierra de Canaán (ver Números 12-14). Su falta de fe fue especialmente irrazonable después de ver los muchos milagros de Dios al liberarlos de los egipcios y después de dos años de ser sostenidos milagrosamente en el desierto por el pan (maná) del cielo (Éxodo 16). Como castigo por no creer que Dios los llevaría a la Tierra Prometida, a esa generación se le prohibió la entrada. Los hijos de Israel vagaron por el desierto durante los siguientes 38 años hasta que todos murieron. Una excepción fue con Josué y Caleb, los dos espías que regresaron con un informe positivo, quienes vivieron para entrar a Canaán. Al final de la experiencia de cuarenta años en el desierto, los hijos de Israel estaban cerca del río Jordán que bordeaba la Tierra Prometida y estaban preparados para entrar.
Sacrificio de sangre
Mientras los hijos de Israel estaban en el desierto, Dios les dio un sistema religioso mediante el cual podían estar en buena posición con Él. Si recuerda una lección anterior, Génesis 3:15 fue el punto del compromiso de Dios de salvar a la humanidad. Y, por supuesto, el hombre seguiría siendo una criatura de libre albedrío que podría obedecer el plan de redención de Dios o rechazarlo. También desde este punto temprano comenzó el sacrificio de animales como parte temporal del plan redentor. Notamos en Génesis 4 donde los hijos de Adán y Eva, Caín y Abel, ofrecieron sus sacrificios a Dios. El sistema de sacrificios continuó durante todo el período del Antiguo Testamento y Moisés lo amplió aquí en el desierto. Este sistema de sacrificios fue la manera en que Dios enseñó a la humanidad el significado de la redención. Una criatura inocente sería sacrificada por los pecados de quien ofrece el sacrificio. Piénsalo. Cuando una persona pecaba, traía un animal inocente para que muriera en un altar de sacrificio para expiar su pecado. Nuevamente, era el medio por el cual Dios enseñaría a la humanidad el significado de la redención, es decir, una parte inocente que muere por el pecador culpable.
El apóstol Pablo se refirió a esta era de sacrificios como nuestro maestro de escuela para llevarnos a Cristo (Gálatas 3:24). Enseñó al mundo acerca de la naturaleza de la misión de Cristo de salvarnos, es decir, que Él, el Sin pecado, tuvo que morir por nuestros pecados y en nuestro lugar. Apropiadamente, Juan el Bautista señaló al final de la era tutorial del sacrificio de animales que Jesús era lo que esos sacrificios enseñaban y aquello a lo que apuntaban. Esto lo dejó claro cuando dijo de Jesús: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Describió a Jesús como el Cordero de Dios expiatorio. Jesús, entonces, es el verdadero y último sacrificio por los pecados de la humanidad. Él es el cumplimiento de Génesis 3:15. Él es el Salvador prometido. Él es Aquel a quien buscamos la salvación a través de Su sangre.
Llegando a la tierra prometida
Unos cuarenta años después del Éxodo, los judíos se establecieron en su tierra prometida de Canaán, que más tarde llegó a ser conocida como su patria, Israel. La conquista de la Tierra Prometida está registrada en el libro de Josué. Asistieron grandes milagros de Dios. Una de ellas fue la caída de los muros de la ciudad de Jericó (capítulo 6). Otro fue el momento en que el sol se detuvo en el capítulo 10, cuando los israelitas necesitaron más tiempo para conquistar a su enemigo antes del anochecer. Con el tiempo, desposeyeron a los cananeos y habitaron en la tierra prometida a Abraham por Dios. Esto continuó durante casi un milenio y medio, lo que llevó su historia hasta los tiempos de Cristo.
El Reino
Otro acontecimiento importante que condujo a la venida del Redentor prometido, o Mesías, como lo llamaban los propios judíos, fue el Reino de Israel. El primer rey fue Saúl. Fue un fracaso. Vea el mandato de Saúl como rey de Israel, comenzando con 1 Samuel 8 y continuando a lo largo de ese libro hasta su trágico final.
Ante el continuo fracaso de Saúl en actuar como siervo de Dios sobre Israel, Dios se propuso reemplazarlo. Llamó a David para ser el próximo rey (1 Samuel 16). Si bien David no fue colocado inmediatamente sobre el pueblo debido al reinado continuo de Saúl, su prominencia y respeto creció, comenzando con su victoria sobre el gigante filisteo Goliat. La conocida historia está registrada en 1 Samuel 17. Debido al compromiso de David de servir a Dios, el Señor prometió traer al Mesías al mundo a través de sus descendientes, reduciendo así la línea mesiánica potencial. Es por eso que a Jesús a menudo se le llamaba hijo de David, expresión que lo designaba como el Mesías/Redentor prometido (por ejemplo, Mateo 1:1). Se decía que Jesús heredaría el trono de David (Lucas 1:32). A veces se le llamaba Rey de Israel (Juan 1:49; 12:13), aunque los judíos de su época en gran medida lo negaban como su Rey. Con razón llegó a ser Rey a través de David. En realidad, el “crimen” por el cual finalmente fue condenado y crucificado fue ser Rey de los judíos. Puedes ver esto en todos los relatos evangélicos de Su crucifixión (Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23 y Juan 18,19). De hecho, con motivo de la crucifixión, los romanos, que eran los únicos que podían crucificar a alguien, colocaban el crimen del ofensor en la cruz sobre su cabeza. El crimen por el cual Jesús murió y que estaba escrito sobre Su cabeza fue Jesús de Nazaret, el Rey de los judíos (Juan 19:19). Más tarde, en el libro de Apocalipsis, Jesús, al regresar a la tierra en Su estado glorificado, es llamado Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16). Recibió este reino terrenal a través de David. Por cierto, nosotros, los que somos llamados por Él, somos llamados a Su Reino (2 Pedro 1:11).
400 años de silencio
Los libros del Antiguo Testamento de la Biblia terminan con el libro del profeta Malaquías. La época de Malaquías fue alrededor del año 400 a.C. El período del Antiguo Testamento, sin embargo, continuó hasta que comenzó el período del Nuevo Testamento, pero no hubo voz de un profeta durante 400 años. El ministerio de los profetas era previamente común en la historia del Antiguo Testamento, por lo que fue algo muy extraño que el silencio de Dios persistiera durante un período de tiempo tan largo. Este período de silencio de 400 años a veces se llama el Período Intertestamental, aunque, como se señaló hace un momento, el período y la práctica del Antiguo Testamento continuaron a lo largo de él.
Avance de la era del Nuevo Testamento: Silencio roto
Cuando Juan el Bautista entró en la escena judía, rompió el silencio del Período Intertestamental y marcó el comienzo del Nuevo Testamento. Lea sobre él en Mateo 3, Marcos 1, Lucas 3 y Juan 1. Era un hombre austero, vestido con pelo de camello, y comía langostas y miel silvestre (Mateo 3:4). Él bautizó en agua para arrepentimiento (v.11). Fue el precursor de Cristo y anunció a los judíos que Jesús era su Mesías. Él se refirió a Jesús como el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).
Jesus, EL Prometido
© 2016 por James V. Maurer, Sr.
Para mas información, escribe a: [email protected]
Revisado 3.17.24
Traducido por Denny Salgado
Nota: Las citas de las Escrituras son de la versión Reina Valera 1960 de la Biblia a menos que se indique lo contrario. Están en negrita con una fuente diferente a la del cuerpo de este texto en lugar de estar entre comillas.
Llegamos ahora al Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento comienza con el nacimiento de Juan el Bautista y de Jesucristo. Con respecto a Cristo, demuestra que Él es Aquel a quien el Antiguo Testamento prometió que vendría a salvarnos. Leemos de Su nacimiento en el Evangelio de Mateo, capítulos 1 y 2, y también en el Evangelio de Lucas, capítulos 1 y 2. El nacimiento de Cristo fue el cumplimiento de Génesis 3:15 y las numerosas otras profecías del Antiguo Testamento que predijeron Su venida, como Isaías 7:14 (citado en Mateo 1:23) e Isaías 9:6. Nació de la virgen María y vivió una vida perfecta y sin pecado. Eso es lo que lo calificó para ser el sacrificio perfecto por nuestros pecados, el Cordero inocente de Dios que quitaría los pecados del mundo (Juan 1:29). Creció en la carpintería de José en Nazaret de Galilea, donde trabajó hasta los 30 años, momento en el que comenzó Su ministerio público.
El evangelio de Lucas nos da un breve relato de la infancia de Jesús (Lucas 2:42-52). Tenía sólo 12 años. Pero incluso a esta temprana edad, Jesús mostró su carácter excepcional. Ya tenía mucho conocimiento de las Escrituras y era devoto de las cosas de Dios. El versículo 46 dice que estaba sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas (versículo 47). Además, es notable que, incluso a esta temprana edad, Él ya era consciente de Su identidad como Hijo de Dios y tenia cierto sentido de Su misión. Esto es evidente en su respuesta a sus padres cuando le preguntaron acerca de su estancia en Jerusalén. ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? (versículo 49).
La misión de Jesús fue única. Él nació para morir en nuestro lugar para que el resto de nosotros pudiéramos vivir en Él. Él era la única Persona que podía hacer esto por nosotros porque Él era Dios manifestado en carne. Él era el Dios-hombre.
Lo que Jesús enseñó sobre la salvación
1/ Jesús enseñó que la raza humana estaba condenada sin Él. Mateo 23:33; Juan 8:24; 14:6
2/ Jesús enseñó que el arrepentimiento es necesario para la salvación. Lucas 13:3,5 (El arrepentimiento es volverse del pecado a Dios.)
3/ Jesús enseñó que el bautismo en agua es necesario para la salvación. Esto queda claro en lo que se llama Su Gran Comisión. Marcos 16:15-16
4/ Jesús enseñó que recibir el Espíritu Santo es necesario para la salvación. Juan 3:5; 4:10,14 (agua viva que resulta en vida eterna); Juan 7:37-39
5/ Jesús enseñó que debemos nacer de nuevo y que este nuevo nacimiento implicaría agua y Espíritu. Juan 3:5. Estos corresponden al bautismo en agua y al bautismo en Espíritu que Él dijo que eran necesarios. Esta descripción del agua y el Espíritu corresponde exactamente con lo que vemos en el libro de los Hechos donde los conversos al cristianismo fueron salvos. Fueron bautizados en agua en el nombre de Jesús y fueron llenos del Espíritu Santo (Hechos 2,8,10,19). Con este entendimiento, podemos ver que Jesús enseñó que el bautismo en agua y el bautismo en el Espíritu se combinan para crear la experiencia esencial del nuevo nacimiento.
En resumen, podemos ver que Jesús enseñó que el arrepentimiento, el bautismo en agua y el bautismo en el Espíritu son necesarios para ser salvo. Esto es exactamente lo que Pedro, a quien se le dieron las llaves del reino de los cielos (Mateo 16:19), predicó en el cumpleaños de la Iglesia: el día de Pentecostés. Hechos 2:38.
La obra de Cristo en el Calvario
Después de vivir una vida sin pecado, Jesús se entregó por nosotros en el Calvario. Al expirar en la Cruz, dijo: Consumado es (Juan 19:30). El precio de la redención había sido pagado. Fue puesto en un sepulcro y tres días después resucitó. Después de Su resurrección, se apareció a Sus discípulos durante un período de cuarenta días, dándoles más enseñanza. Luego, a los cuarenta días, ascendió al cielo (Lucas 24:50-51; Hechos 1:9). En ese momento, les dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta que viniera a ellos el Espíritu Santo prometido. Esperaron y oraron en el aposento alto durante diez días. Luego, el día de Pentecostés, el Espíritu Santo cayó sobre ellos y comenzaron a hablar en otras lenguas. Esto está registrado en Hechos 2:1-4.
Lo que sucedió el día de Pentecostés fue el remedio de Dios a lo que había sucedido en la Caída. Es muy importante reconocer esto. Hombres y mujeres nacieron de nuevo para la vida eterna. La promesa de redención implícita en Génesis 3:15 finalmente se cumplió. ¡Se abrió el Reino de los Cielos! ¡Nació la Iglesia Cristiana!
Luego, Pedro predicó el primer mensaje de salvación desde que fue comprado en el Calvario. Cuando los que estaban convencidos de sus pecados le preguntaron: ¿Qué haremos?, él respondió exponiendo el plan de salvación para la era de la Iglesia: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. (Hechos 2:37-38). Tres mil recibieron su mensaje y fueron salvos ese mismo día. Esta experiencia de salvación continuó recibiéndose a lo largo de los treinta años de historia de la Iglesia registrados en el libro de los Hechos. Los apóstoles y ministros de Cristo lo llevaron por todo el mundo.
Dios ha comprado esta salvación para cada alma, incluyéndonos a nosotros. Millones de personas en todo el mundo han vivido hoy la misma experiencia.
Esta lección se puede resumir de esta manera: Cristo vino en la primera Navidad a dar Su vida en el Calvario para que pudiéramos tener la experiencia pentecostal de nacer de nuevo a la vida eterna.
Estudiaremos esto con más detalle en lecciones futuras.
Datos importantes que debe saber sobre el libro de los Hechos
© 2016 por James V. Maurer, Sr.
Para mas información, escribe a: [email protected]
Revisado 3.17.24 Traducido por Denny Salgado
Nota: Las citas de las Escrituras son de la versión Reina Valera 1960 de la Biblia a menos que se indique lo contrario. Están en negrita con una fuente diferente a la del cuerpo de este texto en lugar de estar entre comillas.
La importancia especial de Hechos
En mi opinión, Hechos es el libro más importante de la Biblia en relación con la doctrina de la salvación. Si bien toda la Biblia es necesaria para tener un cuadro completo de la redención, ningún libro añade un segmento tan importante al conjunto como lo hace Hechos. Sin su notable contenido, la doctrina de la salvación sería vaga. Hechos es especialmente útil debido a su naturaleza práctica. Nos muestra de manera única cómo ser salvos. En sus páginas se salvaron miles de personas de todas las clases de la humanidad: judíos, samaritanos y gentiles. Ningún otro libro del Nuevo Testamento muestra a la Iglesia en acción mientras se extendía por el mundo y las almas se salvaban.
Considere el propósito de los diversos libros del Nuevo Testamento.
Los relatos de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos dan una biografía de la vida sin pecado de Jesús. Registran Su muerte, sepultura y resurrección, que es la base de nuestra fe y el precio que pagó por nuestra salvación (Hechos 20:28). Es importante darse cuenta de que no existía una Iglesia cristiana durante la época de Cristo. La Iglesia nació cincuenta y tres días después de la crucifixión, el día de Pentecostés (Hechos 2).
Los escritos bíblicos categorizados como las Epístolas (Romanos al Apocalipsis) fueron cartas escritas a la iglesia, personas salvas. Fueron escritos principalmente con el propósito de dar instrucción en santidad.
Pero el libro de Hechos tiene un propósito diferente en el plan de Dios. Está destinado a mostrar la salvación cristiana. Cuando Cristo estuvo en la tierra, habló de Su Iglesia en términos futuristas. Él dijo: …edificaré Mi Iglesia (Mateo 16:18). En el libro de los Hechos, Él lo hace.
Hechos es la narrativa inspirada de la Iglesia, su historia.
La salvación cristiana se entiende mejor en su contexto histórico. El libro de los Hechos contiene unos treinta años de la historia temprana de la Iglesia, comenzando con sus inicios. Registra los ministerios y sermones de los apóstoles y los primeros ministros, permitiéndonos ver claramente lo que enseñaron para la salvación.
El libro de los Hechos cubre ampliamente los ministerios de Pedro y Pablo. Aproximadamente la mitad del libro está dedicada a cada uno. Los capítulos 1 al 12 cubren predominantemente a Pedro; capítulos 13-28, Pablo. Esto hace que sea muy fácil saber lo que cada uno experimentó para la salvación y, de igual manera, enseñó. Una lectura cuidadosa del libro de los Hechos revelará que Pedro y Pablo recibieron y enseñaron exactamente lo mismo con respecto a la salvación.
Hechos muestra a la Iglesia desde el principio.
El Día de Pentecostés fue el cumpleaños de la Iglesia (Hechos 2). Fue entonces cuando se recibió por primera vez la salvación cristiana. Comenzó cuando Dios derramó Su Espíritu sobre los seguidores cercanos de Cristo que se habían estado reuniendo en un aposento alto en Jerusalén desde Su ascensión al cielo (Hechos 1).
Cuando los espectadores de este curioso evento escucharon a los Apóstoles y a otros hablar en otras lenguas, preguntaron sobre su significado (Hechos 2:12). Pedro respondió y, al hacerlo, los acusó de crucificar a su Mesías. La convicción los llevó a preguntar qué hacer. Su pregunta está registrada en Hechos 2:37. Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro respondió, exponiendo el plan de salvación para la era de la Iglesia. Él dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. En el siguiente versículo, Él declaró su naturaleza universal, es decir, que se aplicaría a todos los que alguna vez hicieran la misma pregunta. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:38-39). En otras palabras, esta es la salvación a la cual y el medio por el cual Dios llamará a todas las almas.
El Día de Pentecostés es teológicamente importante porque ese día se asentó el precedente para la doctrina de la salvación. Y por él se salvaron tres mil almas (Hechos 2:41). Hechos 2:38 es, por lo tanto, irrefutablemente el plan cristiano de salvación hasta que el Señor venga a llevarse a Su Iglesia. Se convirtió, como se registra en Hechos 2:42, en la doctrina de los Apóstoles.
Hechos contiene todos los ejemplos de salvación cristiana en el Nuevo Testamento.
Hechos revela una verdad que no está disponible en ningún otro lugar del Nuevo Testamento. Si bien eso se puede decir de cada libro del Nuevo Testamento, es una consideración especialmente importante con respecto a Hechos porque es el libro que destaca la salvación cristiana. Es el único libro de la Biblia donde se registran conversiones reales a la Iglesia cristiana. La gente común como usted y yo llegamos a la fe bajo la dirección de los Apóstoles.
Estos ejemplos proporcionados en Hechos son una expresión del amor de Dios hacia nosotros. Los incluyó en la historia inspirada para que sepamos con absoluta certeza cómo ser salvos. Y podemos caminar hacia nuestra meta celestial con perfecta confianza porque hemos seguido el modelo de salvación original. Dios sabía que surgirían muchas ideas falsas acerca de la salvación. Por eso nos dio el libro de los Hechos. Los muchos ejemplos de conversión que contiene proporcionan un modelo infalible para la doctrina de la salvación. Podemos alinear nuestra experiencia exactamente con la de ellos y saber que somos salvos.
Cinco ejemplos unánimes
Hay cinco ejemplos de conversión en Hechos donde se proporcionan detalles sobre su experiencia de conversión. Es importante conocerlos. Se volverán muy instructivos a medida que se familiarice con ellos. Sólo los tocaremos ahora. Los veremos nuevamente en la Lección 10. Como mencionamos anteriormente, sirven como modelo para todos los que toman en serio la salvación.
1. Hechos 2 registra la salvación de los judíos en el día de Pentecostés.
2. Hechos 8 registra la salvación de los primeros samaritanos (mezcla de judíos y gentiles).
3. Hechos 9 registra la conversión del apóstol Pablo. (También se refirió a su propia experiencia de conversión en Hechos 22 y 26.)
4. Hechos 10 registra la conversión de los primeros gentiles (no judíos).
Los ejemplos de Hechos 2, 8 y 10 (judíos, samaritanos y gentiles) representan cada clase de humanidad, lo que indica que todos los pueblos del mundo recibirían la misma experiencia de salvación. (Ese es el cumplimiento de Hechos 2:39).
5. Hechos 19 es interesante porque involucra a personas que Pablo conoció en su viaje misionero que ya creían en Jesucristo (durante 20 años o más) pero que aún no habían oído hablar del plan completo de salvación. Pero al enterarse de esto por parte de Pablo, lo aceptaron y fueron re-bautizados en el nombre de Jesús y llenos del Espíritu Santo, completando Hechos 2:38.
Este ejemplo es importante porque es la experiencia de muchos de nosotros antes de llegar a la verdad plena del Evangelio. Fue mi propia experiencia. Creí en Cristo y tuve una experiencia religiosa durante más de veinte años. Creí que mi fe anterior era auténtica y suficiente. Oré todos los días y recibí respuestas a mis oraciones. Pero no había oído hablar de Hechos 2:38. No fui bautizado en el nombre de Jesús y no sabía acerca de recibir el Espíritu de Cristo con la evidencia bíblica de hablar en otras lenguas (idiomas). Yo era como los de Efeso. Quizás estés en la misma categoría. Hechos 19 es muy útil para nosotros. Fue el amor de Dios el que proporcionó este ejemplo para guiar a todos los “creyentes” sinceros a la plenitud de la verdad.
Resumiendo estos cinco ejemplos de salvación, vemos que la misma salvación del Evangelio es para judíos, samaritanos, gentiles e incluso aquellos que ya tienen fe en Cristo. Eso es todo el mundo, que es exactamente lo que dijo Pedro el día de Pentecostés en Hechos 2:38-39.
38 Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.
39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Pablo dijo de la misma manera: hay un Señor, una fe, un bautismo. (Efesios 4:5). Lo mismo hizo Judas (versículo 3). Habló de la salvación común, es decir, de la salvación universal que todos deben experimentar a lo largo de la era de la Iglesia cristiana.
Resumen
Por último, en ningún lugar de la Biblia el plan de salvación es más claro que en Hechos. De hecho, Pablo dijo que el Evangelio es tan evidente que “brilla” (2 Corintios 4:4). Y en Hechos, ciertamente es así, como hemos señalado en estos ejemplos que involucran a miles de personas, incluido el propio apóstol Pablo. Y no hay ejemplos de lo contrario.
Hechos es el ancla de la doctrina de la salvación porque ilustra con ejemplos reales e innegables, bajo el ministerio de los Apóstoles elegidos por Cristo y enseñados por Cristo, lo que se necesita para ser salvo. En pocas palabras, Hechos es la forma más sencilla y correcta de entender la salvación. Debido a los ejemplos proporcionados y los ministerios registrados de los Apóstoles, Hechos simplifica todas las cuestiones de la doctrina de la salvación.
